Carta a mi segundo bebé

Mamá, Papá y Balder

Me ha costado muchas semanas decidirme a escribir este post y, si os soy sincera, aún no tengo ni idea de qué voy a escribir. Desde que supe que volvía a estar embarazada, estos meses han sido una montaña rusa de emociones. Pasando de la euforia y la emoción, al miedo y a la culpabilidad en cuestión de minutos, incluso segundos… Por eso, creo que esta Carta a miedo segundo bebé, puede ser una liberación a todo lo que llevo dentro. Estoy segura de que no soy la primera ni seré la última en sentirse así y por eso quiero compartirlo con vosotras, para darle esa naturalidad que a veces se nos oculta y que no hace más que hacernos dudar de nosotras mismas y nuestros propios sentimientos 🤎

La frase que más he escuchado durante estas últimas semanas de boca de mis amigas y conocidas, veteranas ya en esto de la bimaternidad, es que con la llegada del segundo hijo, “el amor no se divide, sino que se multiplica”. Llevo todo este tiempo agarrándome con todas mis fuerzas y esperanzas a esa frase, de verdad que sí. Pero a veces, mis propios sentimientos encontrados, hace que sea muy, muy complicado creérselo.

CARTA A MI SEGUNDO BEBÉ:

«A ti, mi pequeño bebé, mi querida Aria, no quiero que pienses que no eres querida ni deseada, todo lo contrario. Vienes a completar un deseo que tanto papá como mamá tuvieron casi desde que se conocieron. Una familia, si no perfecta, sí que llena de amor, mucho, muchísimo amor (y risas… no te voy a engañar, algún que otro grito. Pero no siempre de los malos). Cuando Víctor y yo hablábamos de nuestra hipotética familia, siempre nos veíamos con la parejita... Un niño que se pareciera a él (primer fiasco porque tu hermano Balder es un calco mío) y una niña que se pareciera a mí con su pelito oscuro, cortado al estilo seta y carita de enfadona... (otro fracaso, porque eres clavadita a papá).

No soy capaz aún de imaginarme cómo serás. No tengo dudas de que cuando te tenga entre mis brazos, serás una de las dos cosas más especiales que me han pasado en la vida. Pero temo por esa conexión que aún no siento... Para mí, una de las expectativas más peligrosas que se crean en torno a la maternidad es que, en cuanto ves el positivo, un halo mágico te une a tu bebé y hace crecer un amor incondicional desde el minuto uno... y no siempre es así. No me pasó con tu hermano hasta que le vi esa carita y tampoco me está ocurriendo esta vez. Pero si algo me han enseñado estos dos años y medio de maternidad, es a ser paciente, a dejar que cada etapa siga su ritmo, a no intentar poner diques si no a fluir con la corriente...

Vas a ser la niñita de mis ojos. Mi compañera y, si tengo suerte, mi mejor amiga, mi confidente. Habrá cosas en las que fallaré como madre, de eso tampoco tengo dudas (sobre todo cuando tenga hambre o sueño, lo siento), pero puedo asegurarte que el amor será quien me guíe todos mis pasos y decisiones. Te quiero, lo sé en lo más profundo de mi ser, aunque aún no sea capaz de imaginarme sujetando tu mano. Te quiero, pese al miedo que tengo del cambio tan grande que significarás en nuestras vidas. Te quiero con toda el alma y espero que, llegado el momento, seas capaz de notarlo, de sentirte segura conmigo, de considerarme tu hogar, tu refugio. Te amo, Aria, tanto como amo a tu hermano. Gracias por elegirnos para ser tu familia, por elegirme para ser tu mamá. Me muero de ganas de conocerte»

Aria recién nacida

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