La importancia de encontrar tu propia tribu de madres
Una de las primeras cosas de las que siempre se habla cuando te planteas la posibilidad de ser madre, es de lo importante que es rodearte de una red de apoyo digna de los mejores equilibristas del Circo del Sol. Personas (un marido, una madre, una hermana, un primo…) que esté ahí cuando tengas hambre y el bebé no te deje ni ducharte. Personas que sepan escuchar sin juzgar, perdonar sin dudar ni un momento, reír a carcajadas contigo o traerte una bandeja de sushi (o en su defecto un buen bocata de jamón) sin que tú se lo pidas. Pero de lo que nadie habla es de lo importante que es encontrar tu propia tribu de madres que sean capaz de comprenderte y apoyarte. Sin importar lo lejos que estéis la una de la otra.
Porque, no nos engañemos, como ya os conté en mi experiencia durante el parto, está genial que tu pareja esté ahí apoyándote y ejerciendo responsablemente su paternidad, pero esos chats con las amigas, que saben por lo que estás pasando, que son capaces de responderte a las 4 de la mañana porque ellas también están en su «tetita time»… ¡Por Morgana! Eso sí que no los cambio por nada.
Ellas son la familia que eliges
Erróneamente, se nos ha hecho creer que las mujeres, cuando nos convertimos en madre, nos convertimos automáticamente en mujeres todoterreno. Frases como: «Tú puedes con todo», «Tienes que ser capaz de hacerlo por ellos», «Si no lo haces tú, ¿entonces quién?», han hecho una mella en todas nosotras que se pasa de generación en generación como una herencia envenenada en nuestro ADN. Porque no, no podemos, no tenemos que ser capaces de hacerlo todo y, os lo aseguro, otra persona lo hará.
Hay un proverbio africano que dice que hace falta todo un pueblo para criar a un niño. Igual todo un pueblo es exagerar demasiado. En vez de un pueblo, a mí dame cinco amigas que ya hayan sido madre. Amigas en el cariño, la distancia y el sentido común. Que sean capaces de darte palabras de consuelo y ánimo cuando el cansancio, las crisis del sueño y el dolor de pechos hagan que solo seas capaz de ver oscuridad. Amigas cuyos hijos ya hayan pasado su tercera crisis de lactancia, que entiendan esa desconexión de la realidad cuando no sepas si hace uno, tres o cinco días que no te duchas. Amigas que, simplemente, van a estar ahí para ti, para vosotras.
Me siento muy afortunada. En mi grupo más cercano de amigas, somos varias las que hemos decidido ser mamis casi a la vez. No solo nuestros hijos podrán ser super amigos (que es lo que todas pretendemos) sino que, todas las cosas buenas y malas que puedan pasar, ya lo ha pasado alguna de nosotras. Y es que ya sabes lo que dicen: «las penas compartidas son menos penas, morena».
Y no solo eso, sino que la maternidad hizo que me reencontrara con antiguas amigas y compañeras de clase con las que hacía décadas que ni hablaba y nuestro mayor contacto era regalarnos corazones en nuestras historias de Instagram. Ellas han escuchado mis penas, han hecho que no tirara la toalla más de una vez, que sintiera que, pese a los kilómetros que nos separan, supiera que no estaba sola. Por eso no me cansaré de repetir ¡la importancia de encontrar tu propia tribu de madres! Porque sin ellas no sé qué habría sido de mí, sinceramente.
Por lo que si tuviera que escoger un consejo que darte sobre este maravilloso y, a veces, terrorífico mundo de la maternidad, es que las encuentres. Busca a esa tribu que te va a ayudar a superar tus peores y estará guiándote hacia los mejores momentos. No te arrepentirás. Palabrita de mami scout ❣️