Mamá, ¿te acuerdas…? | 1. El brócoli que me amó
Hoy empezamos una nueva sección que titularé “Mamá, ¿te acuerdas…?” donde, si me lo permitís, hablaré de cosas que nos hayan pasado en el día a día, historias cotidianas de mi familia, locuras o curiosidades que me hayan pasado como madre. Además, tampoco os voy a mentir, quiero que estos posts también sirvan como cápsula del tiempo para cuando mis hijos sean mayores. Me lo imagino a futuro y me emociona a la vez que me horroriza 😖
Seguramente no sea la última vez que leáis esto en el blog, pero de un tiempo a esta parte (sobre todo desde la llegada de Aria a nuestras vidas y al convertirme en mamá de dos) tengo un pensamiento recurrente que no para de perseguirme. ¡Yo! Que siempre me he jactado de ser una mujer moderna, independiente y profesional. ¡Yo! Cuyo mayor sueño era poder tener un puesto de responsabilidad y poder en una gran empresa (aunque eso es otra historia y deberá ser contada en otro momento…). Yo, que me partí los cuernos estudiando idiomas, una carrera, un máster, varios proyectos fallidos como mi canal de YouTube o mi blog de literatura, de escribir (¡y publicar!) varios libros… tengo una nueva aspiración vital que jamás en mi vida pensé que tendría: ¡convertirme en ama de casa para poder cuidar a mis cachorros y asegurarme que cada día comen comida casera en condiciones!
Es una obsesión… os lo juro.
Quiero poder dedicar 3h si me da la gana a cocinar una rica cazuela de fideos sin que el proceso sea abrir una lata de comida preparada. Quiero ser yo quien elija los tomates adecuados para el sofrito, quien pele las gambas y machaque las cabezas para sacarles el juguito, quiero que mis hijos (al igual que yo hacía de pequeña) piensen que su mamá es la mejor cocinera del mundo entero. Y eso, tal y como me planteo la vida ahora mismo, es imposible. Quiero poder sentarme a jugar con ellos sin estar pensando en ese email que no puedo olvidar enviar mañana. Que cuando lleguen de la guardería y me pidan que pase tiempo con ellos, no tener que decirles que mamá tiene que trabajar. Quiero ser una mamá presente y, de alguna manera, dejar de ser todo lo que siempre había deseado ser…
Pffff…
Pues sí que un post para hablar de la primera vez que Aria ha probado el brócoli está dando de sí y se está poniendo serio. Va a ser verdad eso que dicen de que convertirte en mamá te cambia… pero ¡joder! ¡Nunca se me habría ocurrido que lo hacía a tantísimos niveles!
Algunas amigas mías me dicen que tengo muchísima suerte, que en la lotería de la vida de mala madre me han tocado dos niños tutoriales (de esos fáciles que te enseñan cómo jugar con tu nueva realidad). Duermen, la lactancia no ha sido demasiado complicada ninguna de las dos veces, apenas lloran, son muy risueños… pero la comida, ¡ay la comida! Eso me está trayendo por la calle de la amargura. Con Balder fue todo rodado, fue darle la primera cucharada y la segunda ya quería hacerlo él. Triturado, sólido, semi-sólido… daba igual. Todo iba perfectamente. Pero Aria… Aria es harina de otro costal 😣
Desde el primer momento ha hecho cosas muy raras. Tiene un radar que funciona a las mil maravillas hacia todo lo que NO puede comer. Un vaso de coca-cola, un dulce de chocolate, un trozo de filete… se va a lanzar como una loca a por él, pero ¿esos purés que yo, como mami presente y adorable, le he hecho? Esos los va a escupir tras su obligatoria arcada y cara de asco posterior 😒 Joer y ya me pone en duda. ¿Estará tan malo como su cara refleja? Definitivamente no. Los he probado e incluso sin sal ni ningún otro condimento, está rico, lo juro. De hecho, hoy, en un alarde absurdo de compensar todas esas comidas no tan sanas que puedo hacerles, he cocido un poco brócoli y he pensado que sería divertido disfrutar con ella de una de “sus primeras veces” con el BLW.
¿Resultado?
Un casi ahogo (que menos mal que he mantenido la calma) y todo el salón salpicado de brócoli 🥦
Y así queda el marcador: BLW 1 - Aria 0.
Pero lo importante aquí es no rendirse. Digo yo, que en algún momento de aquí a los próximos 5 años querrá dejar la teta y aventurarse a la comida sólida de persona normal.

Ay… los sinsabores de la maternidad llenos de pequeñas alegrías y grandes superficies que limpiar.
¿Alguna otra mamá en la misma situación?